La Leishmaniosis Canina

Se trata de una enfermedad que se manifiesta tras el contagio con el parásito protozoo Leishmania infantum, que es transmitido a los perros (hospedador definitivo) por un mosquito llamado flebotomo que hace de hospedador intermediario y con su picadura les inocula el parásito. En determinados estudios aparecen otras vías de transmisión como la venérea, transplacentaria o mordeduras, pero son muy poco probables.


              Es muy importante conocer e intentar reducir todo lo posible su contagio puesto que es una zoonosis y aunque en Europa es extraño, podríamos contagiarnos los humanos.


         Se distribuye prácticamente por la totalidad del territorio español aunque siempre es más común e incluso endémica en lugares donde hay zonas con abundante agua o humedad, puesto que es un ambiente muy propicio para que haya abundancia de los mosquitos transmisores. 


           Aunque siempre ha sido más abundante en el sur y centro de la península, y sobre todo en zonas de regadío, urbanizaciones con piscina y cauces de los ríos importantes como el Guadalquivir y el Guadiana, en el norte de España en los últimos años con la subida de temperatura han aumentado notablemente los contagios y prácticamente podemos decir que aparece en todas las provincias.


Tipos de Leishmaniosis en perros:


         Dependiendo de la sintomatología que presenten podemos hacer dos claras distinciones, una leishmaniosis cutánea y una visceral. Es muy importante diagnosticar en qué fase de la enfermedad se encuentra el paciente para poder predecir su evolución y aplicar un tratamiento lo más efectivo posible.


1-Leishmaniosis cutánea:


Los signos clínicos cutáneos más comunes son:


     -Alopecia: Aparecen depilaciones en determinadas zonas como la cara, alrededor de los ojos, orejas y algunas articulaciones y pelo seco, quebradizo y sin brillo generalizado. 

      -Caquexia: Pérdida de peso en poco tiempo sin motivo aparente.

      -Ulceraciones: Aparecen úlceras de decúbito con mucha facilidad con dermatitis focales y nódulos intradérmicos que pueden apreciarse a simple vista. Las úlceras tardan en cicatrizar y suelen tener recidivas.

      -Onicogriposis: Es el aumento exagerado del grosor y longitud de las uñas y éstas se acaban curvando en espiral. ​ Aunque es más frecuentemente en las uñas de las extremidades delanteras también es frecuente que aparezca en las traseras a pesar de que su desgaste suele ser mayor.

    -Hiperqueratosis: Es un signo clínico que cursa con dermatitis caracterizada por una producción mayor de queratina que produce agrietamiento de la piel, aumento del grosor, descamación, despigmentación y sequedad. Suele ser muy común en las almohadillas plantares, en la trufa y en determinadas articulaciones.

      -Vasculitis: Necrosis en la punta de las orejas debido a las alteraciones vasculares que ocasiona este parásito intracelular.

     -Linfadenopatía  generalizada: Se refiere a un trastorno inespecífico de los ganglios linfáticos sobre todo muy marcado en la zona de los ganglios poplíteos y axilares, cuando las extremidades se encuentran afectadas. 


2-Leishmaniosis visceral:


Los signos clínicos viscerales más comunes son:


      -Apatía: Disminución de su actividad física normal. 

      -Alteraciones metabólicas: Pérdida de apetito.

      -Caquexia: Pérdida de peso en poco tiempo sin motivo aparente.

      -Hepatomegalia: Aumento de tamaño del hígado debido a las diferentes alteraciones vasculares.

      -Hemorragias en mucosas: Sangrado por fosas nasales.

      -Problemas digestivos: Vómito y diarreas profusas que no cesan cambiando alimentación ni con antibioterapia.

      -Alteración renal.

      -Poliuria/ polidipsia: El perro orina mucho y tiene mucha sed.

     -Alteraciones locomotoras:  Cojeras y dificultad para caminar debidas a las alteraciones articulares cursando con dolor que no remite a tratamientos convencionales.

      -Inmunosupresión: se producen infecciones secundarias como demodicosis, pioderma…

      -Neuralgia: Dolores nerviosos localizados.

      -Mialgia: Dolor muscular generalizada.


Factores predisponentes:


         La gran diferencia entre pronósticos que presentan los perros contagiados y la multitud de síntomas denotan que existen determinados factores que predisponen a padecer la enfermedad o por lo menos a presentar determinados signos clínicos más graves.

          Partiendo de que la enfermedad está en constante fase de estudios y que no se conocen con exactitud los factores por los cuales existen animales que combaten la parasitosis con relativa facilidad y no presentan apenas sintomatología, podemos establecer algunos en los que aparecen signos graves con relativamente mayor frecuencia. 


-Factor edad: Aunque la edad media de enfermos es de 5 años, aparecen habitualmente más perros con signos graves en edades de menos de 3 años y más de 7.


-Factor Raza/genética: Algunas razas como labrador, bóxer o pastor alemán muestran estadíos avanzados de la enfermedad en mayor número que el resto de razas.


-Factor sexo: Existen estudios en los que se demuestra que hay mayor número de perros machos contagiados que de hembras.


-Factor hábitat: Se demuestra que en perros que se vivan más cercanos a lugares en los que pude aparecer el flebótomo, o que realicen su actividad diaria en dichas zonas, tienen mayor predisposición a contagiarse. 


-Factor inmunológico: En perros inmunodeprimidos o con patologías importantes de cualquier otro tipo, es más fácil que presenten la enfermedad y que la sintomatología sea de peor pronóstico. Además aunque cada vez se conoce mejor la fisiología y los mecanismos de acción del parásito, no tenemos estudios determinantes que puedan demostrar el porqué hay perros que presentan una respuesta inmunitaria celular y otros humoral, factor clave para su prevención, diagnóstico y tratamiento.


Prevención de la Leishmaniosis


          Siempre se ha intentado minimizar el riesgo de contagio de la enfermedad reduciendo el contacto o aumentado los tratamientos en nuestras mascotas en los momento de mayor incidencia de mosquitos en la zona en la que habitamos, pero todo esto está cambiando de sobremanera puesto que las infestaciones son cada vez más habituales, en cualquier ubicación geográfica y pudiendo ser posible en todas las épocas del año. 


         Aunque siempre deberemos tener especial cuidado y prevención en meses con mayor temperatura y humedad puesto que crecen los flebótomos y aumentan su actividad y por lo tanto la posibilidad de infestaciones. También debemos controlar de manera más especial a nuestra mascota si vivimos en zonas rurales, con humedales cercanos, piscina, o regadíos, además de minimizar los paseos al anochecer puesto que crece su actividad y con esto puede aumentar el riesgo de exposición de nuestra mascota al flebotomo, pudiendo aumentar el porcentaje hasta un 15 o un 20 %.


     La prevención se basa en tres principios básicos:

    • Evitar el contacto con los mosquitos para que no piquen a perros infectados.

    • Evitar que esos mosquitos infectados piquen a nuestros perros sanos.

    • Vacunar a los perros sanos para que el sistema inmunitario pueda combatir la infección en el caso de que sucediera.


           La medida principal para evitar que los vectores entren en contacto con nuestra mascota son los repelentes o insecticidas en multitud de presentaciones, como collares, pipetas o sprays con los que reduciremos este problema. Por suerte no suelen ser muy caros y los hay de todas las marcas y todos los formatos posibles, con lo que nuestro perro siempre tendrá su medida preventiva adecuada sea cual sea el tamaño o raza. Si vamos a viajar a zonas endémicas las pipetas se deben de aplicar dos días antes y los collares al menos 1-2 semanas antes. 


           La vacunación es de especial interés para perros que viven en zonas endémicas. No previenen la infección pero potencian la respuesta inmunitaria del perro y reducen el riesgo de progresión de la enfermedad y la probabilidad de desarrollar signos clínicos. Sólo se deben de aplicar a perros que previamente hayan dado negativo a un test serológico en sangre.


           Sería de mucho interés realizar periódicamente Test serológicos sobre todo en perros que viven en zonas endémicas cada seis meses aproximadamente, o al menos una vez al año, pudiendo así detectar la parasitosis de manera temprana y poder realizar el tratamiento precozmente. 


        Siempre tenemos que tener en cuenta que con el mínimo síntoma de los anteriormente reseñados debemos acudir a nuestro centro veterinario para diagnosticar la enfermedad en el caso de que la hubiera y establecer un tratamiento adecuado con la mayor premura posible.


          Debemos ser solidarios y tener muy claro que para luchar contra esta enfermedad es necesario la colaboración de todos, conociendo los niveles de riesgo que tenemos en nuestra zona, protegiendo a nuestra mascota con repelentes y realizando los test serológicos necesarios, puesto que de esta manera evitaremos además de que nuestro perro no se contagie, que pueda ser un factor de transmisión de la enfermedad para el resto.



Manejo alimentario en un perro con leishmaniosis:


        Aunque partimos de idea de que todos nuestros perros están muy bien cuidados desde el punto de vista alimentario, tenemos que tener en cuenta diferentes conceptos que pueden ayudarnos mucho a la hora de elegir un alimento adecuado para nuestra mascota si está contagiada con esta enfermedad tan larga y complicada de tratar, por la sintomatología tan variada y los pronósticos tan dispares. 


              Según el nivel de la infección, el tipo de leishmania que sea y su evolución, tenemos que utilizar una dieta u otra.

Como ya explicamos anteriormente, podemos tener dos tipos de afectaciones, la cutánea con problemas de dermatitis y lesiones que se ven a simple vista y que pueden tener dietas más flexibles con piensos menos especiales y la visceral con pronósticos que en ocasiones son muy graves en poco tiempo y que necesitan de un manejo alimentario más estricto con dietas para insuficiencias renales o problemas hepáticos.


             Partiendo de que los cambios alimentarios deben realizarse con calma y evitando en lo posible modificaciones drásticas en la dieta, debemos mezclar progresivamente, siempre que se pueda, el alimento anterior con el nuevo, para evitar problemas de disbiosis que podrían ocasionar diarreas y otra serie de problemas intestinales asociados.


           En los inicios de #mydogcares comenzamos a realizar dietas para perros infectados con leishmania, que por desgracia es endémica y muy común en nuestra región, y nos dimos cuenta en poco tiempo que en perros inmunodeprimidos, cuando les aportamos un alimento con materias primas de calidad como #mydogcares salmón, pavo y arroz con altos contenidos en antioxidantes (vitamina A, B, D…) mejoraban notablemente su aspecto físico e incluso su nivel de actividad. De igual manera en perros contagiados con la fase visceral, en poco tiempo se notaba una evolución muy favorable en las ulceras o heridas de su piel además de cambiar de un pelo seco y quebradizo a uno brillante y fuerte.


             En lo que se refiere a las proteínas que debemos aportarle en la dieta, deben ser de fácil digestión como las de salmón y pavo que podemos aportarle con #mydogcares salmón/pavo, o las de cordero y ternera de #mydogcares cordero /ternera, y nunca administrarles dietas hiperproteicas puesto que además de ser perjudicial para el hígado y riñón, conlleva un gasto energético para su eliminación que es innecesario.


              Otro aspecto muy importante que tenemos que tener en cuenta es el aporte de aceites omega 3 y omega 6 del aceite de salmón, que va a mejorar su sistema inmunitario, su piel y su pelo, además de ser una fuente energética importante.


           Por último no debemos olvidarnos de que es imprescindible que nuestro perro tenga acceso a agua limpia y fresca en todo momento puesto que es necesario que esté con un buen nivel de hidratación en todo momento para que sus órganos funcionen adecuadamente.